viernes, 14 de octubre de 2011

Cómo dar la vida (II): de la creación de vidas ajenas

Has decidido que quieres dedicar parte de tu vida a construir una historia. Has decidido crear algo a partir de una nada relativa. ¿Vas a utilizar un mundo que ya existe? ¿Lo vas a inventar?

Ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Ahora, me decanto por el proceso de creación de los personajes.

Cabe la posibilidad de utilizar un personaje ya existente. Pero ésa también es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Conozco gente que busca un nombre que les gusta y a partir de ahí crean el personaje que les sugiere, haciendo útil la frase "tienes cara de llamarte...". Otras personas diseñan primero la historia al completo, y luego moldean a los personajes "a conveniencia del guión".

Personalmente, me dejo llevar por mi vena rolera.

Lo primero, un concepto. ¿Cómo se puede definir al personaje? Guerrera, mago, informática, maestro... ¿Cuáles son sus características? Para el personaje, en función del concepto que le haya asignado, ¿tiene más valor la fuerza, la inteligencia o el carisma?

Con esto ya tienes lo básico de la ficha de rol (concepto y características), y ya puede empezar mi particular debacle creativa.

Y quizá el punto angular de mi peculiar sistema.

Un defecto.

Un defecto principal, algo que haga reconocible al personaje y le de un trasfondo creíble, que lo aleje del perfeccionismo.

Tengo todo tipo: una elfa esquizofrénica, una bardo con un pésimo oído y nulo talento musical (que en paz descanse, por cierto), una troll con un juramento de fidelidad que le hace más daño que bien, un vampiro con ínfulas de deidad celta, un asesino con miedo a la oscuridad... E incluso mi semidragona, como uno de sus múltiples defectos, sufre una doble maldición de sus dioses: del dios de los dragones benignos, por practicar la magia negra; y del dios de la magia negra, por ser un dragón benigno.

Me gusta pensar que son los defectos quienes nos hacen diferentes. Por eso, un personaje con alguna fobia, defecto físico, o simplemente un pasado poco halagüeño, da mucho juego. Especialmente cuando eres propensa a utilizar la introspección como arma creativa. Aunque creo que eso es más un "defecto profesional" que un "vicio literario".

Tengo características, tengo concepto, tengo defecto. Eso me basta y sobra para labrar una personalidad para el personaje. ¿Su defecto le causa problemas para relacionarse con la gente? ¿Para trabajar? ¿Resulta gracioso? ¿Le ayuda a socializar? ¿Le supone alguna habilidad especial? ¿Le facilita la vida o se la amarga por completo?

Ahí empieza el castillo de naipes. Quienes conocen el intenso proceso creativo que llevo sufriendo desde hace casi tres años, conocen a la perfección mi sistema y lo caótico que llega a parecer. En una hija, un concepto. En otra, características. En otra, el defecto. Al unirlas, lo que podría considerarse un compendio de anotaciones inútiles. Pero al ver la historia de cada personaje, han comprendido completamente todos y cada uno de aquellos puntos.

No concibo como real un personaje "Mary Sue", como se les denomina en el vocabulario de los amateurs. Tal vez sirvan a algunas personas para sus obras pero, dentro de la fantasía que todo "escritor" requiere, prefiero acercarme un poquito a la realidad, aunque tan sólo sea al intentar humanizar a mis personajes.

Supongo que esto ya es suficiente matraca para un solo día.

Ya llegarán momentos y artículos mejores.

1 comentario:

  1. Muy bueno tu post, ojalá me permitas citarlo, ligarlo, o transcribirlo en mi blog. Sería interesante. Yo te comparto mi experiencia. Falta, a mi gusto, aunque creo que si lo mencionas, pero con otras palabras, definir qué tipo de personaje es: Es el personaje principal, es el secundario, es el villano, es el tonto y gracioso, es el todo sabio y poderoso, es un héroe o solo un personaje que transita por la vida y se colocó bajo la lupa de nuestra pluma (o teclado, en este caso), también puede ser un antihéroe…
    En mi caso, el personaje principal siempre suelo ser yo. Y al contrario tuyo, yo empiezo por disminuir mis defectos y agregar alguna cualidad: Hoy quiero volar; hoy quiero leer la mente; hoy quiero traspasar paredes; hoy quiero tener súper velocidad; hoy quiero ser mujer; hoy quiero ser un príncipe encantador y rescatar doncellas; hoy quiero escupir fuego; hoy quiero ser millonario… Luego viene una pequeña letanía de preguntas, por ejemplo, si la cualidad que elegí fue volar, la pregunta principal sería ¿Por qué vuelo? ¿Tengo alas? ¿Soy extraterrestre? ¿Soy hijo de Superman? ¿Tengo una capa mágica?... enseguida que he respondido algunas de estas viene un listado de cuestiones nuevas: ¿Qué voy a hacer con esa cualidad extra? ¿Voy a ser el héroe? ¿Voy a usarla para mi propio beneficio? ¿Voy a ser el centro de atención de los medios?
    Hasta allí, yo ya tengo suficiente, no solo para crear a mi personaje, sino toda la historia en sí. Una vez definido el personaje principal y la historia general, van surgiendo poco a poco los villanos, los compinches del villano, los aliados del principal, las víctimas y los personajes terciarios, incluso, la enamorada o la chica destinada a ser la pareja…
    Huu, no, esto será demasiado largo. Ojalá que podamos seguir esta charla, y que no tardes mucho en dejar esas “Otras historias” que dejaste pendientes en este post, e ir comentando poco a poco cómo ir creando cada uno de estos personajes desde las diferentes perspectivas. Ánimo, buena suerte, y nos seguimos leyendo.

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