miércoles, 16 de mayo de 2012

Leones


Encontraréis este artículo, cuando menos, chocante en un blog que pretende dedicarse a la literatura. Pero creo que cualquier cosa uqe se escribe con el corazón es perfectamente válida. Y éstas son cosas que hay que sacar.
La del miércoles pasado (9 de mayo) era una noche especial. Especial porque jugaban dos de mis equipos rojiblancos. Especial porque mi Athletic llegaba a una final europea después de 35 años. Especial porque en 114 años de historia, era nuestra segunda final europea. Especial porque estamos haciendo una temporada que, hace unos años, ni siquiera habríamos soñado.
Vi el partido pertrechada con camiseta, bufanda, bandera, y con mi otra camiseta y el gorro pertinentemente enfundados a Jareth, mi peluche de cabecera.
Y pagamos lals ansias y la falta de experiencia. No fue un partido brillante -por parte del Athletic, porque el Atlético se lució-, pero sí fue memorable.
Porque la camiseta verde, con los colores de la Ikurriña, la llevaban un grupo de chavales, un grupo de amigos -como los definió Iker Muniain en El Partido de las 12-, que hace un año veían una final semejante casi imposible para el equipo.
Todos y todas lo veíamos casi imposible. En estos tiempos de fichajes millonarios y fichas estratosféricas, de libre tránsito de jugadores comunitarios, nuestro Athletic suena a excesivamente romántico o insultantemente obsoleto. Pero esa es precisamente una de nuestras señas de identidad y, creo, la que más une a la afición. ¿Que últimamense te ha ablandado esa política, dirán algunos? Pues vale. Algún medio de defensa habrá que tener. Si los demás fichan libremente por toda Europa…
Hace años, con Luis Fernández en el banquillo -sí, el que enganchó por el pescuezo a Mourinho, por aquel entonces segundo entrenador de Bobby Robson en el Barça-, se llegó a conquistar un subcampeonato de Liga. ¡Y qué bien supo aquello!
Y ahora, cuando más de media afición clamaba para que no se nos fuera Caparrós, el presi Urrutia nos trajo al Loco Bielsa.
María Sol, mi hermanita argentina, no dudó en felicitarme y augurarme alegrías y triunfos con el Athletic. Y yo puse los ojos en blanco y resoplé: el Athletic no es un equipo de virguerías, y el argentino no va a encajar.
Ahora mismo, si hace falta, me presento voluntaria para atar a tan insigne Loco con una cadena a la entrada de Lezama, y que no se nos vaya.
Llegar a la final de Copa era lo más deseado. Y la noche del miércoles fue un sueño. Y aunque lloré, y todos lloramos, también somos conscientes de que estamos viviendo una página dorada en la historia del Athletic Club. Que es la segunda vez en sus 144 años de historia que alcanzamos una final europea. Que, como ya no es UEFA y es Europa League, es la primera vez que se alcanza esta final. Que si la plantilla que tenemos se merece un aplauso, como grupo humano se merecen una ovación.
Porque si se nos cayeron unas lágrimas por haber perdido la final, cuando todos lloramos con ganas fue al ver a nuestros chavales llorando. Ver a esos fieros leones -aún cachorros- totalmente inconsolables nos partió el corazón. Por eso volvieron los cánticos, las bufandas al aire y la celebración. ¡Porque un subcampeonato de Europa League no lo tiene todo el mundo!
Mención aparte merecen estos chavales por haber ido a aplaudir a los aficionados que estuvieron en el  estadio. Y también la plantilla del Atlético de Madrid, por haberles hecho el pasillo cuando fueron a recoger sus medallas.
Acabo de eliminar dos grandes párrafos que cargaban con quienes, desde dentro y desde fuera de la afición del Athletic Club, contaminan sus victorias con propaganda política y demás miseria. Pero aquí no tienen lugar, ni los párrafos ni ellos. Porque este año, nuestro Athletic ha demostrado a toda Europa y a todo el mundo que con una filosofía como la nuestra se puede jugar de maravilla y se puede ganar a grandes equipos europeos.
Creo, y seguro que no seré la única, que la definición para esta magnífica temporada es “orgullo”. Porque esos cachorros tienen que sentirse orgullosos de lo que han logrado, de lo que han demostrado, y sobre todo por hacer que todos nosotros, los aficionados, nos sintamos inmensamente orgullosos de que sean ellos quienes defienden nuestros colores y nuestro escudo.
Y si bien este último partido de Liga tampoco ha sido lo deseado, poruqe el equipo se merecía una despedida mejor, sí que esperamos uqe para la final de Copa resurja en los leones ese instinto que en su día nos convirtió en Reyes de Copas, y el equipo reciba el justo premio a la magnífica temporada que está haciendo.
Porque a pesar de los aguafiestas -de dentro y de fuera-, de haber perdido la final de la Europa League, y de que el final de Liga no haya sido tan brillante como queríamos, esta leoncita se siente  ORGULLOSA -sí, con mayúsculas- de ese equipo con garra y esos jugadores que, a las órdenes de un Loco, se dejan la piel en el campo jornada tras jornada.
A los jugadores y miembros del club, gracias. Al maestro Bielsa y sus ayudantes, gracias. Y al resto de la afición, gracias; porque lo mejor de disfrutar de algo tan inusual y magnífico como esta temporada, es saber que no lo estás haciendo sola.
¡Aúpa Athletic, siempre contigo! ¡Aúpa Athletic, beti zurekin!